Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar

Juan Manuel García de la Camacha, delegado diocesano de Apostolado Seglar en Ciudad Real, nos escribe con motivo del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.

La fiesta de Pentecostés supone la culminación de la «alianza» de Dios con los hombres. El sello definitivo de su amor por sus hijos. Se queda para siempre con nosotros. ¡No puede haber mejor regalo!

Lo hemos oído decir muchas veces a nuestros pastores y nosotros nos lo hemos repetido porque es la verdad, pero hay que dar un paso más allá: hay que creérselo. El que se siente amado, ni puede dejar de amar en la misma medida, ni su vida tiene sentido si no es entregada por el amor. Eso es Pentecostés.

Jesús nos dejó su Espíritu, nos insufló su aliento, para decir a todos los suyos que otra vida es posible, que otra sociedad es posible. Y que todos nosotros somos necesarios e imprescindibles para llevar a cabo esa transformación.

Todo el pueblo de Dios, especialmente los laicos, estamos llamados a ser parte activa en este cambio; a ser protagonistas junto con nuestros pastores; eso significa Pentecostés. Por eso debemos estar alegres, por ser el pueblo escogido por Dios para hacer que su reino «no sea de este mundo». Por eso, también en Pentecostés celebramos el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, el día de los laicos. El día en que Jesús dijo: Vamos, ven conmigo a llevar amor al prójimo. ¡No dejemos pasar esta oportunidad!

Después del Congreso de Laicos

En nuestro país, la Iglesia Española, nos recordó todo lo anterior hace algo más de un año. Entre el 14 y el 16 de febrero de 2020, se celebró en Madrid un Congreso Nacional de Laicos, justamente para celebrar el sentido de nuestra Fe y para recordarnos la importancia de vivir lo que sentimos. Fue una experiencia maravillosa de comunión eclesial. Sacerdotes, laicos y vida consagrada, bajo el paraguas del discernimiento y la sinodalidad, vivimos la experiencia de un renovado Pentecostés; de una Iglesia en Salida.

Casi año y medio después de que  esta maldita pandemia nos haya maniatado, seguimos con el mismo ardor y la misma fuerza. Cambiadas las formas, que no el fondo, queremos llevar a todos los rincones de nuestra diócesis el mensaje que resonaba por doquier: evangelizar a todos y en todos los lugares con nuestro testimonio de vida. Los cuatro itinerarios sobre los que allí se trabajaron: experiencias de primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública, constituyen todo un itinerario sobre el que trabajar.

Actualmente, un Consejo Asesor de Laicos formado por representantes de las provincias eclesiásticas, trabajan en el diseño de un Plan de Trabajo que pueda servir a todas las diócesis en su trabajo evangelizador. Es lo que llamamos el poscongreso.
Una cosa parece clara: un apostolado que no evangeliza en salida, se pierde la esencia.
 

Este artículo se publicó en Con Vosotros de 23 de mayo de 2021.