«El Cristo de la cruz ha sido el que me ha ayudado»

Ayer, en el salón de actos del obispado, se presentó la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra este jueves con el lema Cuidémonos mutuamente.

En la rueda de prensa participaron el delegado de Pastoral de la Salud en la diócesis, Francisco Guerrero González y Pilar Rubio Serrano, enfermera en la UCI de Ciudad Real.

[Puedes ver la rueda de prensa en este enlace]

Guerrero, que es capellán en el hospital de Ciudad Real, explicó la historia de la jornada, instituida por Juan Pablo II en la festividad de Lourdes (el próximo 11 de febrero), aunque se extiende hasta el VI Domingo de Pascua, este año el 9 de mayo, «para ampliar la conciencia de todos en la atención de las personas que se encuentran en debilidad por la enfermedad».
 
Cuidémonos mutuamente
 
Cada año, el papa lanza un mensaje que sirva para la reflexión en esta jornada. El de este año 2021 lleva por título «Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos». Está en perfecta sintonía con el lema elegido para esta jornada mundial del Enfermo: «Cuidémonos mutuamente». La jornada tiene cinco objetivos:

  • Sensibilizar a toda la sociedad en la asistencia a los enfermos.
  • Ayudar a valorar el sentido del sufrimiento del enfermo tanto a él mismo como a su familia.
  • Fortalecer el compromiso de la asistencia religiosa a los enfermos como parte fundamental de la labor de la Iglesia.
  • Promover el compromiso de voluntarios.
  • Acompañar procesos de formación permanente a todos los que desarrollan su labor en el ámbito sanitario: profesionales sanitarios, sacerdotes, religiosas y religiosos, voluntarios. 
Presentes en todos los hospitales de la provincia

La pastoral de la salud está presente en todos los hospitales de referencia que hay en nuestra provincia: Ciudad Real, Puertollano, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Manzanares y Valdepeñas. «Nueve capellanes estamos atendiendo las necesidades espirituales, también humanas, que nos solicitan voluntariamente las personas que se encuentran en esta situación de debilidad, especialmente ahora también con los enfermos afectados por la COVID», explicó el delegado, que cuenta con más de un centenar de voluntarios en toda la provincia.

«La atención religiosa, sea de la confesión que sea, es un derecho de los ciudadanos»

Francisco Guerrero recordó que «la atención religiosa, sea de la confesión que sea, es un derecho de los ciudadanos. Aquí no se trata de posición preeminente de una religión o de otra. Evidentemente, la religión católica es la más demandada por los ciudadanos y, por eso, hay una mayor presencia, pero se trata del derecho de los ciudadanos a ser atendidos en una dimensión esencial de la persona».

La experiencia de una enfermera en la UCI

Después de la intervención del delegado, fue el turno para Pilar Rubio Serrano. Natural de Argamasilla de Alba, tiene 43 años y estudió enfermería en Ciudad Real, comenzó trabajando en la Residencia Asistida de Ancianos de Ciudad Real y después en el Servicio de Urgencias del Hospital de Nuestra Señora de Alarcos. Desde el año 2003 pasó a formar parte del equipo de profesionales de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Alarcos, trasladándose en el año 2006 al Hospital General Universitario de Ciudad Real.
 

«El Cristo de la cruz ha sido el que me ha ayudado a seguir hacia adelante y a ir día a día en los turnos de trabajo que hemos doblado y triplicado. En esas jornadas extenuantes, no disminuía la calidad de estar con el enfermo y escucharlo. O el simple hecho de acariciarlo, coger la mano o acariciar la frente»


«Para mí esta pandemia ha sido la peor realidad que he vivido en la UCI, era un continuo ingresar pacientes y morir pacientes», comenzó diciendo la enfermera, a lo que la ha ayudado su fe: «El Cristo de la cruz ha sido el que me ha ayudado a seguir hacia adelante y a ir día a día en los turnos de trabajo que hemos doblado y triplicado. En esas jornadas extenuantes, no disminuía la calidad de estar con el enfermo y escucharlo. O el simple hecho de acariciarlo, coger la mano o acariciar la frente». Dio importancia al acompañamiento,  «sacarle una sonrisa al enfermo», explicando las conversaciones previas a intubarlos y cómo las enfermeras ayudaron a poner en contacto a los enfermos con sus familiares a través de los teléfonos en los momentos más duros de la pandemia (ahora ya pueden visitarlos): «Viviéndolo desde Cristo, a mí me ha ayudado a vivirlo más en paz y aceptar esa realidad».

«El que no vive para servir, no sirve para vivir», continuó Pilar Rubio. «En esa actitud de servicio, con ese amor que Cristo nos enseñó y con ejemplo que Él nos puso, que vino para servir, no para ser servido», es como Pilar vive su trabajo en la UCI.

Dos ejemplos de acompañamiento

Pilar Rubio explicó dos anécdotas que resumen muy bien su trabajo en estos meses. Por un lado, narró cómo acompañó a un sacerdote a morir cuando estaba en completa soledad: «Al terminar mi turno, cogí el EPI peor que había, de papel, conseguí pasar a la planta, le hablé, le cogí las manos. En ese momento, el enfermo de al lado me miró y me congeló. Le miré a los ojos, le cogí las manos, le dije que no estaba solo y le acaricié la frente. Estuve un rato acompañándolo […]. Llegué a casa destrozada, pensando cómo se podría superar esto, cómo seguir adelante o ser impasible […]. Ahí salió Cristo, ahí salió mi fe, la Virgen María, y dijimos “para adelante” […] dando calidad con cariño».

Por otro lado, contó cómo acompañó a un paciente contactando con su familia. Un hombre joven (41 años) que estaba muy mal. Dos meses después, la hija del enfermo se confirmó y Pilar estaba en la puerta de la parroquia como voluntaria. Lo vio entrar, lo saludó y él reconoció la voz de quien lo había atendido con un EPI meses antes.

Aquí puedes ver la rueda de prensa