Al mediodía del pasado sábado 11 de julio comenzó la ordenación de tres diáconos en la Catedral de Ciudad Real, presidida por el obispo de la diócesis, Mons. Gerardo Melgar.
Los nuevos diáconos son Iván Bastante Villaseñor, natural de Ciudad Real; Francisco Javier García de León Sánchez, también ciudadrealeño y Óscar Martín Biezma, natural de Consuegra.
El templo, que solo admitió tres cuartas partes del aforo por las medidas sanitarias actuales, recibió a los tres nuevos diáconos, acompañados de familiares y amigos y gran parte del presbiterio diocesano.
«Debéis sentiros misioneros de una Iglesia misionera y comprometida, que sabe que su misión es hacer llegar el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo»
Tras la presentación pública de los candidatos con las palabras del rector del Seminario, Manuel Pérez Tendero, que garantiza como institución la preparación de los elegidos; el obispo pronunció una homilía en la que subrayó la entrega generosa a la Iglesia que hacen con sus vidas, animando a toda la comunidad a dar gracias a Dios «por vosotros y con vosotros». Citó a toda la asamblea: «Todos nosotros, desde vuestros padres y hermanos, sacerdotes de la diócesis, compañeros de Seminario, fieles de vuestros pueblos y de las parroquias por las que habéis ido pasando», explicando que todos «participamos de vuestra alegría». Asimismo, recordando la oración de toda la comunidad por ellos en ese momento, agradeció a Dios la elección: «Agradecemos al Señor la elección que Él ha hecho de vuestras personas para este ministerio de servicio, y por la generosidad con la que en todo momento habéis tratado de responder».
«El celibato que acogéis libremente y prometéis observar durante toda la vida por el reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos sea para vosotros símbolo y estímulo de vuestra caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo»
«El ministerio de la caridad brota de la eucaristía, el sacramento del amor, fuente y cima de toda la vida de la Iglesia», dijo don Gerardo, explicando que es el servicio a la misa y, desde ella, a la caridad, la característica fundamental del diaconado. «Habréis de impregnaros del olor a perfume misionero que vive la Iglesia […]. Debéis sentiros misioneros de una Iglesia misionera y comprometida, que sabe que su misión es hacer llegar el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo», urgiendo a los tres diáconos a vivir su ministerio misionero.
«Este servicio de ofrecer el mensaje salvador de Cristo a todos pide de vosotros abandonar complejos y cobardías. Abandonarlos para ofrecer a Cristo y su mensaje con valentía y entusiasmo, para ofrecer a Cristo y su mensaje como lo único que puede dar sentido a la vida de los hombres de hoy y a las aspiraciones más profundas del hombre actual», dijo el obispo. En relación con esta «entrega valiente», don Gerardo habló del celibato que viven como estímulo para la caridad pastoral y signo del amor generoso al que todos estamos llamados: «El celibato que acogéis libremente y prometéis observar durante toda la vida por el reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos sea para vosotros símbolo y estímulo de vuestra caridad pastoral y fuente peculiar de fecundidad apostólica en el mundo».
«Para llegar a este momento habéis ido dando pequeños, pero importantes pasos en vuestra entrega a la llamada del Señor», con la ayuda del Seminario, recordó el obispo, el lugar en el que se preparan y dan forma a la respuesta vocacional: «Habéis ido descubriendo cada día con mayor claridad que Dios os miraba con cariño y os llevaba por este camino», dijo, recordando que la respuesta vocacional se compone de muchos síes a lo largo de la vida: «Aquí estoy para hacer tu voluntad».
«Sois un verdadero interrogante y un signo claro de que hoy también es posible escuchar la llamada de Dios y responder positivamente al Señor y que es posible ser felices»
La respuesta afirmativa de Óscar, Iván y Francisco Javier a la llamada del Señor es anuncio vocacional para otros, especialmente para los jóvenes, explicó don Gerardo: «Sois un verdadero interrogante y un signo claro de que hoy también es posible escuchar la llamada de Dios y responder positivamente al Señor y que es posible ser felices». En este sentido, añadió que la respuesta al Señor no se apoya en las fuerzas de uno mismo, sino «en la gracia de Dios, que nunca os va a faltar», porque Dios no solo llama, sino que «ayuda a responder».
El obispo continuó insistiendo en la llamada vocacional, animando a los tres elegidos a trabajar esta pastoral desde el ejemplo de sus vidas, «demostrando con vuestro estilo de vivir y vuestro buen hacer que sois felices» para que sirva de modelo a otros jóvenes.
Tras las palabras de Mons. Gerardo Melgar, continuó la ordenación con la promesa pública de los tres candidatos, que prometieron obediencia al obispo y a sus sucesores. A continuación, se dio una de las partes más características de las ordenaciones, la oración de petición con las letanías a todos los santos, mientras los elegidos permanecen tumbados en el suelo y toda la comunidad de rodillas rezando por ellos.
Después, el obispo les impuso las manos, quedando ordenados como diáconos. Tras revestirse con la dalmática y la estola cruzada, las vestiduras características del ministerio que desempeñan, don Gerardo les entregó el Evangelio, dándoles la paz como signo de acogida.
Los tres diáconos lo son de manera transitoria de cara a la ordenación sacerdotal que se suele celebrar en los meses siguientes al diaconado.