El lunes 3 de febrero el obispo, don Gerardo Melgar, presidió la eucaristía en la Catedral por la Jornada de la Vida Consagrada, este año con el lema La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente.
La Jornada de la Vida Consagrada se celebra cada año el día de la Presentación del Señor en el templo, el 2 de febrero. Este año, al caer el domingo, el obispo reunió en la Catedral a los consagrados al día siguiente.
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En esta misa los consagrados renuevan sus votos de pobreza, castidad y obediencia, significando durante la eucaristía lo que hacen cada día de su vida, desde que respondieran a su vocación consagrándose al Señor.
El obispo citó en la homilía los distintos sufrimientos por los que pasa la humanidad, explicando como al lado de cada hombre que sufre hay un consagrado presente, respondiendo a su carisma con la imitación de Cristo, siendo bálsamo para las víctimas. En esta línea, cito el lema de la jornada de este año, La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente, que «nos pone un modelo, alguien que lo supo hacer de forma ejemplar, María. […] Ella fue la mujer atenta siempre a las necesidades de los que la rodeaban […]. María acudió rápidamente, dejando todo lo suyo, […] y fue a ayudar a su prima Isabel en los últimos momentos de su embarazo. Por ella, miles de personas consagradas en todo el mundo, atienden a madres con dificultades, luchan por la vida de los no nacidos y cuidan a los enfermos, ancianos y personas vulnerables».
Después de las palabras de don Gerardo, todos los consagrados renovaron los votos, con la mirada puesta en María, ejemplo de acompañamiento, ayuda y esperanza para todos los cristianos.