Del 25 al 29 del pasado mes de junio, la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, celebró su peregrinación anual al santuario mariano francés. Cerca de quinientas personas entre enfermos, hospitalarios, peregrinos, jóvenes y niños han hecho presente nuestra diócesis a los pies de la Virgen en la Gruta de Massabielle.
Este año 2019 está siendo un año de celebraciones en Lourdes, pues se cumple el 175 aniversario del nacimiento de santa Bernadette y el 140 de su paso a la Casa del Padre. Sólo ella vio a la Virgen en el hueco de la roca en 1858 y sobre el testimonio de esa muchacha de 14 años, pobre, iletrada y despreciada, se levantó el santuario mariano más importante de Europa, por el que pasan varios millones de personas anualmente. Tras trece años de vida religiosa y veintiún años después de las apariciones, moría el 16 de abril de 1879 en la casa madre de la Hermanas de la Caridad de Nevers a la edad de treinta y cinco años. Fue proclamada santa por el Papa Pío XI el 8 de diciembre de 1933.
La santidad de Bernadette ha sido definida como una «santidad de pobre», una santidad sin obras, ni escritos, ni triunfos humanos. Una santidad puramente evangélica, que el Espíritu suscitó en la Iglesia del siglo XIX
La santidad de Bernadette ha sido definida como una «santidad de pobre», una santidad sin obras, ni escritos, ni triunfos humanos. Una santidad puramente evangélica, que el Espíritu suscitó en la Iglesia del siglo XIX. Por ello, el santuario ha escogido como lema pastoral para este año:
Bienaventurados los pobres.
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños»
Así pues, los principales actos litúrgicos como la Misa internacional, la Procesión Marial, la Misa en la Gruta, y la toda la programación de actividades como conferencias, encuentros de peregrinos, coloquio con los jóvenes y las catequesis de niños, han estado marcados por la presencia de Bernadette Soubirous; aquella humilde joven en la que se cumplió las palabras evangélicas: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños». (Mt 11,25)