A las nueve de la noche del 3 de marzo de 2019 la Catedral se llenó de fieles para orar por el que fue su pastor durante 27 años, don Rafael Torija.
Monseñor Gerardo Melgar, que ha presidido la oración de Vísperas, ha resumido los sentimientos de los fieles de la diócesis como gratitud y petición: «Dos actitudes y sentimientos que tenemos en este momento y que surgen en nuestro interior de manera espontánea».
Gratitud a Dios, «que nos dio a don Rafael como persona buena y como pastor fiel y entregado. Como persona sencilla, cercana, solidaria con todos y con todas las situaciones que contemplaba y con todos los que le trataban». Fue, destacaba el obispo, «el pastor bueno y fiel que en todo momento quiso cumplir con la misión pastoral que el Buen Pastor le había confiado. Y en su servicio entregó toda su vida y todo su ministerio».
La segunda actitud que resumía el sentimiento de la Iglesia era la petición, «la oración pública de la Iglesia se convierte en oración por nuestro hermano Rafael […]. Le hemos pedido al Señor que escuche nuestra voz suplicante […] porque de Él solo viene la redención copiosa y Él nos redimirá a todos de nuestros pecados.
Monseñor Melgar ha concluido sus palabras expresando el convencimiento de todos de que el Señor «librará a don Rafael de la muerte que acaba de sufrir y le llevará a gozar para siempre del gozo y de la felicidad eterna».
Terminada la oración, manteniendo el silencio que se ha guardado en la Catedral durante todo el día en el que ha permanecido abierta la Capilla Ardiente, toda la comunidad se ha acercado al féretro para rezar en silencio antes de cerrar el ataúd.
Este 4 de marzo, a las once de la mañana, se celebrará la misa exequial.