Inés, virgen y mártir

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    Son bastantes los santos niños. Es admirable ver cómo también en edad temprana es posible limitar con Dios y aceptarlo en la vida, incluso hasta el martirio. Uno de estos santos es Santa Inés, niña de unos 12 o 13 años, que fue martirizada en una de las persecuciones del s. III. 

    Su figura está envuelta en muchas leyendas, que, básicamente, vienen a relatarnos lo siguiente: Inés es sometida a juicio, como todos los primeros mártires cristianos,, con la amenaza de torturas y muerte si no sacrificaba a los ídolos. En este caso, esas circunstancias se agravan, por la debilidad física de Inés y la minoría de edad. Inés, a pesar de todas esas dificultades, se mantiene fe, como esposa que sale al encuentro del esposo, hasta el punto de turbar al juez y al verdugo. El nombre de Inés, del griego agne, significa casta, pura. De ahí vendrá también el motivo iconográfico del cordero (agnus, en latín, significa cordero). 

    Se añaden otros elementos legendarios, como la fuga de Inés de la casa de sus padres, a los que, después del martirio, se aparece como virgen triunfadora. También se relata la actuación lujuriosa del hijo del emperador, que halaga a Inés y quiere apartarla de su fe cristiana, y, al no conseguirlo, intenta violarla. Al momento, cae muerto. 

    Todas los escritos hablan de la salvaguarda de la pureza por parte de Inés, e manera pudorosa. Le ayudan en esto su largos cabellos, que la cubren al ser desnudada para el martirio. 

    La fecha del martirio, el 21 de enero, es recordada por todos los martirologios y los textos litúrgicos más antiguos con pocas variantes. En ese lugar, se levantó un cementerio. Y sobre su tumba, surgió una basílica por deseo de Constantino. Luego, incluso en el centro de Roma, surgieron otras iglesias en su honor. También sucedió lo mismo fuera de Roma. Listado completo de Santos