Juan Crisóstomo, obispo y doctor

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    Uno de los santos que más han destacado en la predicación es san Juan Crisóstomo, apelativo que significa "boca de oro". 

    Y ciertamente fue de oro su palabra. Asombra, en primer lugar, la enorme cantidad de homilías y sermones que se conservan de él. Pero asombra más aún la elegancia literaria y el profundo conocimiento de la Sagrada Escritura, y la acendrada vida interior que se aprecia en ellos. 

    Había nacido en Antioquía, en el año 344. Educado por los mejores maestros de su ciudad, a los veintidós años recibió el bautismo. 

    Tras unos años de soledad y silencio para prepararse mejor, el año 381 es ordenado diácono. Comienza entonces su actividad de predicador y escritor. Sabe tratar los grandes temas de la vida cristiana con profundidad y sencillez que a todos admira. 

    No es extraño, por tanto, que, al quedar vacante la sede patriarcal de Constantinopla, se fijen en él. 

    A su actividad de orador y escritor va a unir ahora la de pastor preocupado de todos sin distinción. Por todos se desvivirá para remediar sus necesidades materiales o espirituales. Y, al mismo tiempo, defenderá los derechos de la Iglesia frente a unos emperadores que quieren entrometerse demasiado. 

    Un día, tiene que enfrentarse al ministro imperial por defender a una pobre viuda y por defender el derecho de asilo de la Iglesia, a la que ella se había acogido. El ministro no lo entiende y utiliza todo su poder. Juan Crisóstomo no cede, y gana la partida. No pasarán muchos meses y ese mismo ministro, caído en desgracia, y perseguido por el emperador, se acoge también al derecho de asilo que antes negaba. El Patriarca también lo defiende y vuelve a ganar. Pero la "terquedad" no ha caído bien en Palacio. Y Juan tendrá que ir al destierro por algún tiempo. 

    Vuelve a Constantinopla, y, como su actitud sigue siendo la misma, pronto vendrá otro exilio, a mayor distancia y en un sitio inhóspito. Hasta aquel remoto rincón llegarán muchos a verle y escucharle. Por eso, el emperador decretará que sea trasladado a otro lugar más lejano aún. Es el año 407. El Crisóstomo no llegará a su destino. En el camino se cerrará para el mundo la "boca de oro", pero su voz sigue resonando en la Iglesia. Listado completo de Santos