Bienaventurada Virgen María, Reina y Madre

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    El 22 de agosto  el pueblo cristiano celebra la fiesta dedicada  a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo. Esta fiesta dentro del calendario litúrgico fue  instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico.  María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Ella está  sentada junto a su Hijo Jesucristo y es Reina y Señora del universo.
    María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra. María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.


    La Iglesia Universal  la proclama como  Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos. La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males. Por eso el pueblo que adora a su Señor, invoca a María Virgen y Reina como dulce intercesora y abogada nuestra.
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